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Tenemos por costumbre como seres automatizados que somos, el levantarnos por la mañana un día, y otro, y otro más, así hasta alcanzar la extenuación en nuestros actos. Hoy, queridos oyentes, no es uno de esos días. Porque en esta mañana fría de jueves, en la que los aquí presentes deberíamos estar pensando en qué nos toca en la siguiente hora de clase, sólo hay una cosa en la que ahora mismo podemos pensar. Hoy, 21 de enero del 2010, Radio GP, nuestra radio y la de todos vosotros, cumple un año. Si alguien me preguntara ahora como recuerdo esta misma fecha hace un año, sólo podría recitarle una serie de palabras que identifican al máximo los sentimientos entonces vividos. Ilusión temerosa, un cierto miedo escénico que no ocultaré, y por supuesto, muchos sueños de futuro aparentemente inalcanzables en la mente, algunos de los cuales, ya se han cumplido. Lo que ahora se da por hecho, como la correcta realización de un programa sin problemas técnicos, entonces estaba a la orden del día, y en ocasiones teníamos que hacer malabares para tapar los fallos de un diamante en bruto, al que a día de hoy aún le estamos sacando brillo. Han pasado tantas cosas en este año, que resulta casi imposible recolectarlas todas. Pero cuando en un recreo, por una u otra razón, te sientes incapaz de coger un micrófono y hablar con fundamento, basta únicamente con recordar el camino que nos ha traído hasta aquí para autoconvencerse de la utilidad de tus actos. Transcurridos un par de meses de andadura radiofónica, me encontraba yo por tierras catalanas cuando recibí una llamada de ese loco soñador que es nuestro director: Guillermo Rodríguez. A raíz de esa conversación telefónica, tanto él como yo acabamos escribiendo en el semanario CANFALI, en el que gozamos de una columna de opinión en nuestra propiedad, para expresar con total claridad nuestras ideas. Es difícil encontrar a chicos que a nuestra edad, hayan sido recompensados con tal galardón, tal vez inmerecido. Por ello, mil gracias a Julián Gómez, por darnos una oportunidad arriesgada que bien vale un aplauso. Una fecha marcada en rojo en el calendario fue, sin duda, el 12 de junio del pasado año. En este día, que perdurará en mi memoria durante muchos años, se llevó a cabo el programa de Ondacero “la Brújula” con el maestro Carlos Alsina. Guillo y yo acudimos al evento por la mera ilusión de contemplar a uno de nuestros ídolos radiofónicos a tan solo unos pasos de distancia, pero lo que menos esperábamos aquella noche era que el mismo Alsina se acercara a nosotros y, todo ocioso, nos felicitara por nuestras columnas en el CANFALI. Algo cambió dentro de nosotros, quizá el ansia de crecimiento, que siempre ha estado ahí, pero que se avivó en ese momento hasta límites insospechados. Allí conocimos a estupendos periodistas y mejores amigos, entre los cuales hemos de destacar a uno: Jesús Maeso, que abrió aún más si cabe las puertas de nuestro progreso. El tiempo volaba conforme entrábamos y salíamos del estudio de grabación. Entonces, cuando mejor pintaban las cosas para Radio GP, el curso acabó. Jamás me dolió tanto el final de un año lectivo, pues el fin de las clases traía consigo el inevitable final de la radio por ése año… ¿o no tan inevitable? El amor por las ondas radiofónicas nos llevó a plantearnos seriamente el continuar con la radio en verano, la pregunta era dónde podríamos desempeñar nuestra labor. Y al achicharrante calor de un Julio implacable, cuando menos improbable resultaba que nuestros cerebros hilaran algo coherente, encontramos la solución a nuestro dilema en el por todos conocido Sevilla Corcho, que desde entonces, y a raíz de un verano inolvidable de tertulias, risas y pizzas, se ha convertido en nuestro segundo hogar. En éste también residen entrañables camareros, como Satur y Juan Carlos, que hacían las veces de “padre” y “madre” de los pesados de la radio que no se emancipaban ni por las malas. Sabe Dios que más de una bronca “paternal” nos hemos llevado, todas ellas merecidas. Con todo, nunca podremos olvidar como, al menos durante un verano, conseguimos amenizar las calurosas tardes de valdepeñeras a golpe de radio y coca cola a litros. Cuando parecía que no podía ser mayor nuestro gozo, descubrimos que el futuro nos deparaba otra agradable sorpresa. A raíz de una excursión organizada por nuestro instituto al Quijote Arena, estadio del BM Ciudad Real, nos picó el gusanillo de los medios acreditados en cualquier deporte de renombre. Lo que en un principio nos hacía doblarnos de la risa, acabó tornándose con el paso de los días en una realidad cercana, más de lo que jamás hubiéramos imaginado. Una simple llamada a Mari Ángeles González Pons bastó para que ella, en su inmensa bondad, nos acogiera con los brazos abiertos y una acreditación en cada mano. Desde ese momento, no nos perdemos ni un solo partido del que es el mejor equipo de Europa si no del mundo de balonmano, y que por casualidades del destino, es el equipo de nuestra provincia. Puede sonar ególatra, y tal vez lo sea, pero sí me darán la razón en que si en algo nos hemos caracterizado los integrantes de esta radio es por tocar techo una y otra vez, poniendo el listón cada vez más alto, negando de primeras la posibilidad de llegar a superarse, y habiéndose de tragar sus humildes palabras cada vez que un reto era superado. No obstante, no todo ha sido un camino de rosas. Ha habido días de gloria, de alegría incontenible, de abrazos eufóricos y de puños levantados al unísono en señal de victoria. Y de la misma manera ha habido días de preocupación, incertidumbre, derrumbe moral y manos en la cabeza, cuando la desesperación podía con el ánimo que la juventud otorga, que no es incombustible por mucho que lo parezca. En los buenos y en los malos momentos, el mejor respaldo para uno siempre ha sido la espalda de otro, que como el que hace guardia bien entrada la noche, velaba por el bienestar del resto de sus compañeros. Lo que si es cierto y no tiene discusión es que no podríamos haber llegado hasta aquí solos. ¿A quién más puedo agradecer ya, que no haya agradecido Guillo? Mi dilema es que coincido en todos y cada uno de ellos con mi director. No puedo olvidar, claro, el apoyo de toda mi familia en los momentos de duda, especialmente mis padres, que en lugar de trabar mi desarrollo siempre se han mostrado como auténticos precursores de la vocación que, sólo con decírselo, ellos creyeron verdadera en mí: la del periodismo. Por el resto, lo dicho, una lista interminable de personas fundamentales en mayor o menor medida en el desarrollo de esta radio: Guillo, Buda, Elena, Kike, Sergio Pedrera, Carlos Salvador, Carmelo, Pedro Bosch, Óscar, Ramón, Carri, Satur, Juan Carlos, José, Molina, Antonio Pozuelo, el grandísimo Emilio Hidalgo… Y por supuesto, como olvidar a Francisco José Coso y Agustín Cacho, director y locutor respectivamente de Cadena Ser, que hoy ha tenido la inmensa amabilidad de acompañarnos en un día tan especial como éste, a pesar de ser conscientes de que tenemos más peligro que un mono con dos pistolas. Para ir acabando, y que quede alguien en el salón de actos cuando acabe, he de aclarar una cosa: A decir verdad, hay un reto que hemos alcanzado que supera con creces a cualquiera que haya redactado con anterioridad, por su valor, y por todo lo que éste demuestra. Les hablo de que, con trabajo, ambición y perseverancia, hemos conseguido mantener y mejorar este nuestro medio de comunicación particular. Ése es nuestro mayor logro hasta la fecha. El no rendirse, el negar lo que en muchos casos parecía evidente y lanzarse con decisión a la caza de un sueño que cada día parece más cercano dentro de la lejanía, son los valores por los cuales debemos sentirnos orgullosos de formar parte de este proyecto. Porque, emulando una gran frase de Kike, uno de nuestros redactores, a lo largo de este magnífico año hemos crecido como radio, pero también hemos crecido como personas. |
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